TÍTULO ORIGINAL: Amore e rabbia (Love and Anger)
AÑO: 1969
DURACIÓN: 102 min.
PAÍS: Italia
DIRECCIÓN: Marco Bellocchio, Bernardo Bertolucci, Jean-Luc Godard, Carlo Lizzani, Pier Paolo Pasolini, Elda Tattoli
GUION: Puccio Pucci, Piero Badalassi, Jean-Luc Godard, Marco Bellocchio, Carlo Lizzani, Bernardo Bertolucci, Pier Paolo Pasolini
MÚSICA: Giovanni Fusco, Ennio Morricone
FOTOGRAFÍA: Alain Levent, Sandro Mancori, Aiace Parolin, Ugo Piccone, Giuseppe Ruzzolini
REPARTO: Jordi Bosch, Ennio Morricone, Rossana Rossanda, Giuliano Carnimeo, Ennio Balbo.
SINOPSIS: Cinco directores ofrecen sendas historias en las que se entremezclan el amor y la rabia.
1. La indiferencia (Carlo Lizzani)
Amor y rabia, pensada inicialmente como Vangelo ’70 por su inspiración en varias parábolas, comienza con el duro e irónico relato de Carlo Lizzani, donde la ciudadanía observa la brutalidad en las calles sin actuar. No podemos decir que haya cambiado esta situación casi cincuenta años después. Es cierto que algunos ponen un tuit para quedarse tranquilos, pero realmente continúan pasivos e incluso con sus acciones diarias alimentan una crueldad ya rutinaria.
2. Agonía (Bernardo Bertolucci)
Le sigue el fragmento dirigido por Bertolucci: la reflexión de un religioso que muere en su cama rodeado por un grupo de bailarines. Ellos representan su arrepentimiento y su dolor mientras le acompañan en su final. El director de la imperecedera Novecento libera de dogmas los dilemas morales recurrentes de su protagonista y hace partícipe al espectador de la locura compartida y universal que se encarna en los miedos humanos.
3. El amor (Jean-Luc Godard)
Hubo una época en la que las estrellas del celuloide surgían del cine negro y de los wésterns nihilistas. Eran obras sin héroes, sin preocupación por lo políticamente correcto o por transmitir un mensaje único en su desenlace. A pesar del buen hacer de un grupo de autores independientes actuales, hoy el cine parece un arte “torpe que tartamudea”, que se regodea en la ilusión banal del entretenimiento, como advierte Godard en su episodio de Amor y rabia. Porque ver muchas películas no significa ver mucho cine.
4. La secuencia de la flor de papel (Pier Paolo Pasolini)
Pasolini es el encargado de introducir el concepto de inocencia en el filme. Ninetto Davoli, el actor idóneo para interpretar este papel, camina por la ciudad, charla con los ciudadanos y baila. Es feliz y ajeno al horror. Su marcha solo se interrumpe por imágenes bélicas y políticas sobreimpresionadas, y por unas voces que solicitan su atención desde el cielo.
5. Discutamos, discutamos (Marco Bellocchio)
Este quinteto de obras de arte finaliza con la mirada de Marco Bellocchio. En su cortometraje, un grupo de jóvenes interpreta diversos papeles. Por un lado, tenemos alumnos y profesores conservadores que desean que la universidad siga tal y como está. Por el otro, una serie de estudiantes que reivindican una revolución maoístas en la que solo participen los alumnos. A su vez, a todos ellos se une un profesor crítico con ambos bandos que defiende el cambio de la universidad desde la política y una lucha vertical en vez de horizontal. Este último es atacado por los estudiantes revolucionarios, que argumentan que los partidos comunistas son aceptados por el sistema porque en realidad no tienen intención de cambiar realmente nada, que utilizan el monstruo del fascismo con el objetivo de llevar a los maoístas a posiciones moderadas que mantengan el neoliberalismo. Al igual que sus compañeros directores, Bellocchio hace este planteamiento y deja al espectador que continúe el debate.
La película, como el cine negro y los wésterns nihilistas, evita con gran acierto ofrecer un mensaje único y mediocre. Sin embargo, cualquier persona que vea hoy este filme concluirá que llevamos muchos años atrapados en la misma discusión, que a la indiferencia se le han añadido altas dosis de hipocresía y que quizá muchas películas actuales han dejando de ser cine.
AUDIO: Dolby Digital 2.0: Inglés
SUBTITULOS: Español