TITULO ORIGINAL: Paris nous appartient (BFI Edition)
AÑO: 1960
DURACIÓN: 130 min.
PAÍS: Francia
DIRECTOR: Jacques Rivette
REPARTO: Betty Schneider, Gianni Esposito, Françoise Prevost, Daniel Crohem, Jean-Claude Brialy, François Maistre
SINOPSIS: Una estudiante de literatura acude a una fiesta. Allí conoce a un americano y a un director de teatro. Tras la fiesta, su vida ya no será la misma. Notable drama que supuso el debut en la dirección de Jacques Rivette, crítico de cine de la revista «Cahiers du Cinéma».
Del conglomerado artístico de la Nouvelle Vague, Jacques Rivette fue el menos prolífico y el más esquivo. Hoy, cuando se celebran los cincuenta años de dicho movimiento, es el menos citado y recordado de ese cine que emergió y se alzó como algo nuevo.
De todas aquellas nacientes películas que configuraron una forma diferente de entender el cine, París nos pertenece es una de las menos mencionadas. Posiblemente fue la más excesiva de todas, con sus 141 minutos de metraje que sustentan un prolongado macguffin conspiratorio. Pero quizá sea la película que mejor muestra cómo esa corriente de pensamiento, que en aquellos años estaba en boga, era transpirada por los jóvenes turcos.
Es, por derecho propio, la película más existencialista de todas, desde su mismo argumento, que parte de la investigación emprendida por una joven estudiante francesa, Anne Gaoupil, del suicidio de un republicano español emigrado a Francia. De entrada, se presencian varios aspectos que permiten atestiguar cómo Rivette, el principal teórico de la política de autores en Cahiers du Cinéma, entró en la modernidad.
Por un lado, destaca la construcción del personaje protagonista, que emerge desde el rol femenino clásico unidimensional para irse configurando como una personalidad acorde con los nuevos tiempos de los años 60.
Porque Anne le sirve al espectador para introducirse en un ambiente parisino poblado de estudiantes, aficionados al teatro independiente y exiliados izquierdistas. Todos ellos, en sus reuniones y sus encuentros en las calles urbanas, conforman un ambiente metropolitano enrarecido, en el que pesa un sentimiento de paranoia, desolación, inquietud y angustia por la presencia de un poder invisible y totalitario de largos tentáculos, que se cierne sobre los jóvenes intelectuales y progresistas.
A medida que Anne va entrando en ese círculo de amigos de su hermano, pierde definición y gana ambigüedad. Se fragua en su interior una lucha dialéctica entre razón y sensibilidad cuando se enamora de Gerard, el director de teatro aficionado que trata infructuosamente de estrenar una representación de Pericles. Además, el influjo hipnótico que ejerce en ella Philip, un americano exiliado, la empuja a interesarse por el misterioso suicidio de Juan y a adentrarse en unas aguas turbulentas que desestabilizan la ingenua unidad del principio. Asistimos, pues, a un trayecto de descomposición anímica marcado por la lucha de fuerzas contrarias en su interior, en un progresivo estado de confusión.
Su estilo discursivo, nota común de las individualistas proposiciones de la Nouvelle Vague, se interesa por aprehender una vivencia colectiva puramente existencial. Algo que Louis Malle iba a acometer posteriormente, pero desde una óptica intimista y claustrofóbica, en su filme El fuego fatuo (Le feu follet, 1963). Salvando las distancias y viéndolo en perspectiva, es como si Louis Malle hubiera querido explicarnos la angustia existencial de Juan, el suicida omnipresente, una ausencia que marca al resto de los personajes.
Jean Paul Sartre resuena con fuerza en unos personajes desplazados y angustiados que conforman, y no es poco, las nuevas generaciones escépticas ante el legado que heredan. Pero si Sastre consideraba que el hombre era «un proyecto que se vive subjetivamente» y que «la existencia precede a la esencia», Rivette fotografiaba la zozobra de las nuevas generaciones y su naufragio ante una sociedad enferma. El miedo al totalitarismo y la presencia de gobiernos dictatoriales, hacen emerger la paranoia que nubla el proyecto lanzado al porvenir representado por todo hombre, tal como creía Jean Paul Sartre.
El problema radica en que no resulta fácil definirse a partir de la propia existencia. Anne lo consigue en medio de un ambiente corrompido. Es aquí, precisamente en esta radioscopia, donde Rivette consigue sus mayores logros, salvando el escollo de un metraje desmedido, que pone a prueba la resistencia del espectador.
AUDIO: Dolby Digital 2.0: Francés
SUBTITULOS: Español