Ludwig fue filmada en diez días en un estudio; tratando de contar y explicar 100 años de la historia alemana, pero no en una forma convencional de escribir historia sino en una nueva presentación que se llama «Story Cine».
Se trata de una obra de mayor altura, tanto temática como artística, de mucha mayor complejidad ideológica y cultural, que raramente puede encontrarse en el circuito del cine comercial. A través de este film de apariencia kitsch y colorido de opereta experimental, que no enmascara en absoluto su calidad estética, asistimos a una lúcida reflexión dialéctica sobre las convulsiones de la historia alemana en la época de las revoluciones burguesas, hasta desembocar en los años treinta del pasado siglo XX.
La primera parte, La Maldición, alude a la semilla de maldad introducida en la corte bávara por la denostada Lola Montes y su adúltera relación con el abuelo de nuestro héroe, el monarca Luis I, que predispone al segundo episodio rememorativo, Yo fui una vez, hasta culminar con un epílogo o recapitulación del oratorio, que sigue el esquema melodramático de una obra de Wagner narrada en un total de 28 capítulos descriptivos.
De innegable factura teatral, las escenas se suceden en la narración fílmica intercaladas con postales modernistas y otros recursos iconográficos, que dan entrada a los versos de Brecht y el pensamiento de Nietzsche, mientras la música wagneriana sirve de trasfondo a las raíces mitológicas del nazismo y la barbarie institucionalizada.
La locura individual del joven rey sirve así de excusa expiatoria para la reflexión psicodinámica sobre la alineación colectiva en torno al caudillismo mesiánico y la irrupción de la locura de masas. De este modo se tiende un hilo conductor en clave analítica que va desde el declive del imperio austro-húngaro a la consolidación de la gran Alemania; desde Bismarck, el canciller de hierro que prefigura la predestinación del sueño alemán, hasta el delirio megalómano de Hitler.
La realización de Syberberg supera, por lo personal, la suntuosa versión realizada por Luchino Visconti. La extraordinaria actuación de Harry Baer, uno de los actores predilectos de Fassbinder, es perfecta en la encarnación del Rey.
AUDIO: Dolby Digital 2.0: Alemán
SUBTITULOS: Español, Inglés, Alemán, Francés